miércoles, 29 de mayo de 2013

Ojo con la euforia


Ahora mismo estoy empezando un proyecto para llevar la inteligencia emocional a los coles y cuando se lo cuento a alguien lo primero que me dice es:

¿Ezo que e' lo que e'?

Pues si te perdiste la entrada de inteligencia emocional, te diré que básicamente se trata de conocer tus emociones y las emociones de los demás y aprender a gestionarlas.

Como ya sabes, es un tema bastante habitual en este blog. Desde que empezamos hemos hablado de como combatir el enfado y cómo hacer frente al miedo. También hemos hablado del amor adolescente y hemos experimentado la pena y el terror.

Así que podríamos decir que sabemos bastante sobre esto de emocionar. Pero aún nos quedan muchas emociones por ver y esta semana me apetece hablarte de la euforia.

La euforia es esa sensación repentina de alegría que te hace saltar y gritar. Normalmente se produce cuando te pasa algo inesperado y muy bueno. Por ejemplo, te toca la lotería.

En ese momento, el cerebro te mete un chute de hormonas pa celebrarlo y hace que todo tu cuerpo se ponga a tope de energía y te entren ganas de hacerlo todo al momento, urgentemente. Además, el chute hace que te desinhibas y que pierdas el miedo a actuar.

Seguramente mi compadre o mi socia te contarían esto de una forma más técnica y completa pero pal caso ya nos vale. Prometo documentarme algo más cuando escriba el libro.

Total, que estás a cien y disfrutando de tu premio. ¿Y para qué sirve eso? Como ya te he dicho muchas veces, todas las emociones son adaptativas. Lo que en términos psicológicos viene a resumir: sirven para la supervivencia de la especie. ¿Y entonces la euforia para que sirve?

Pues la euforia sirve para que tengas toda la energía y ningún impedimento para que hagas cuanto antes lo que el cerebro ha identificado como bueno.

Genial, ¿no? Bueno, pues si y no. Como vimos en el secuestro emocional, el cerebro emocional está preparado pa responder rápidamente así que no le da tiempo a analizar la situación.

Por ejemplo, pongamos que llevas unos meses buscando trabajo urgentemente para pagar el alquiler. En todo este tiempo tu cerebro se ha especializado en este tema buscando la solución con todos sus recursos este problema. Por eso, cuando de pronto te sale un trabajo, el sistema de recompensa te pega el chute de alegría y energía para que no lo dejes pasar. Algo así como: ¡Pisha! ¡No seas tonto y te lo vayan a quitar! ¡Corre! El  problema es que el cerebro está tan preocupado por el tema que no se da cuenta de que el curro es en otra ciudad y no valora que te va a costar más la gasolina que el sueldo. Así que si le haces caso, de pronto te verás con un problema mayor.

La verdad es que dada la situación laboral hoy, me voy a tener que buscar otro ejemplo más típico y más peligroso.

Pongamos que vas a un casino, te juegas 20€ y ganas 40€. ¡Genial! Tu cerebro dice: tío, nos vamos a hacer de oro, ¡apuesta más! Así que empiezas a apostar y apostar. El problema es que aunque pierdas, el chute de la euforia te dura para rato así que sigues hasta que te dejas la pasta del alquiler.

Como ves, la euforia te da la imperiosa necesidad de hacer cosas, la energía para hacerlas y cortocircuita tu capacidad para razonar y tener miedos. Es muy habitual que en episodios de euforia te endeudes, hagas tratos estúpidos o incluso, en casos de patología, te creas que puedes volar y lo intentes. Pero no te preocupes que esos casos suelen estar diagnosticados y te habrías dado cuenta.

¿Y qué puedo hacer yo para evitarlo?

Pues aquí va el doble consejo de la semana y que viene a ser el mismo que hemos visto con las otras emociones:

Cuando te domine una emoción, siéntela, disfrútala y no tomes ninguna decisión.

Simplemente disfruta de tu euforia. Pásalo bien. Sal a correr, salta, canta o llama a tu mejor amigo. Pero sobre todo, no tomes ninguna decisión importante. No te compres una casa, tengas un hijo o llames a tu exnovia. Porque créeme, cuando se pase la euforia te vas a arrepentir.

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