miércoles, 4 de mayo de 2011

¿Enfadad@? HÁBLALO


Durante las últimas entradas has visto unos truquillos que con un poco de suerte te han llevado a identificar el enfado y ver que no había tanto motivo o, por lo menos, a entender el porqué de la situación. Si has tenido esa suerte, a estas alturas ya no te sentirás tan enfadad@ y quizás quieras dejar correr el tema.

Sin embargo, si aún sientes malestar dentro de ti, vale la pena que busques solución y para ello lo mejor es hablar directamente con la persona implicada.

Pero antes de hablar con la persona coge una hoja de papel y arrúgala con todas tus fuerzas hasta hacer una bola. Si ahora pruebas a estirarla completamente verás que nunca queda igual, por más que pongas cello en las roturas la hoja no quedará “nueva”.

Pues bien, nuestras relaciones con los demás son como esa hoja y cada vez que nos enfadamos la arrugamos. Luego, si solucionamos las cosas la volvemos a estirar. Pero ya os habréis dado cuenta de que si arrugamos muy a menudo la hoja, esta acabará por romperse y nos habremos quedado son esa relación.

También quiero compartir una historia que me contó una amiga. Había un niño que cada vez que su padre le gritaba, él clavaba un clavo en la puerta de su cuarto. Luego, cuando el padre si disculpaba, el niño quitaba el clavo. Al cabo del tiempo, la puerta del niño estaba llena de agujeros y bastante estropeada.

En este caso, la puerta es “el alma” (“corazón”, “sentimientos” o como quieras llamarlo). Cada vez que hablamos mal, gritamos, insultamos, etc… estamos clavando un clavo en esa puerta y es posible que un día esa puerta quede completamente inservible.

Con este par de cosillas lo que quiero es que antes de afrontar una discusión tengas en cuenta el daño que se puede hacer. Eso no quiere decir que no hables las cosas, sino que lo hagas desde el respeto. Y además del respeto, te dejo una serie de premisas que creo que van a facilitar mucho esa discusión.


Reflexión:  Como vimos en ¿Enfadado? IDENTIFICA EL PROBLEMA antes de llegar a este punto, es bueno que hayas reflexionado sobre lo que pasó y tengas claro que lo que vas a decir es lo “más objetivo” posible.


Solución: Tu objetivo no es “castigar a la otra persona” ni buscar culpable sino buscar una solución a la situación actual y evitar que se repita.

Ambiente distendido: Busca un lugar apartado en un momento en que no haya prisas por hacer algo para poder hablar con calma. Y sobre todo nunca lo hables enfrente de otras personas. Eso suele llevar a acusaciones cruzadas y demagógicas en las que se busca más la aprobación del público que la solución del conflicto. De esta manera evitarás que la tensión de la situación lleve a un nuevo enfado.

Respeto: Hablar mal o alzar la voz no te va a dar la razón. Piensa que una mala palabra va originar un nuevo problema y hará que no se resuelva el que a ti te preocupa.

Serenidad: Aunque puedas estar nervios@ y tengas motivos para ello, haz un esfuerzo para mantener la calma por que “La verdad es como un río durante una crecida, sigue su cauce a pesar de las presas” (Anónimo). Si efectivamente esa persona se equivocó, tarde o temprano se dará cuenta y nuestro amigo el “Karma” le pondrá en su sitio. Así que no te agobies con demostrárselo. Mi experiencia es que aquellas personas que hacen las cosas mal acaban rectificando o sufriendo las consecuencias.

Comprensión: Comprende a la otra persona y haz que la otra persona te comprenda a ti. Los dos sois personas con miedos, manías, etc… Y hay que tenerlos en cuenta. Al fin y al cabo, no se trata de que ningún tribunal condene a nadie sino de que tu amig@ se de cuenta de que te ha hecho daño y procure evitarlo la próxima vez. Y la mejor forma para ello es que seas capaz de transmitirle como te sientes y entender como se siente.


Con esto cierro el ciclo del ENFADO dónde os he dejado unas herramientas para luchar contra el enemigo a abatir: el mal rollo.

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