O invéntate la democracia, una nueva ley electoral, un sistema bancario…
Este sábado estaba hablando con mi padre comentando la Ley d’Hont. Para el que no lo sepa es la famosa ley electoral (mira esta animación de 30 segundos http://www.laverdad.es/apoyos/graficos/leydhondt.html). La controversia en la ley está en que no es proporcional al número de votos y se descarta aquellos que no tengan el 3% de los votos por lo que no parece muy justa. De hecho, en el ejemplo del link anterior veréis que B y C tienen los mismos escaños aunque tienen 30.000 votos de diferencia.
Así que propuse una ley electoral en la que cada partido tiene un número de escaños proporcional al número de votos y no hubiese restricción del 3%. Mi padre me preguntó, como dividirías los 350 Diputados entre los más de 4.000 partidos que hay en España. Me di cuenta que no podría así que reconsideré la restricción del 3% pero manteniendo la proporcionalidad. Después me preguntó como podía repartir los escaños cuando la proporción diera decimales…
Al ir contestando a las preguntas de mi padre me di cuenta de que me estaba “volviendo a inventar la ley d’Hont”. Conforme iba razonando el mejor sistema para las elecciones y se me iban planteando los problemas, mi solución se parecía más y más al sistema que de primeras criticaba.
Lejos de ser una defensa de esta ley (la cual estoy convencido que puede y debe mejorarse); esta reflexión va encaminada a un fenómeno que cada vez observo más y que afecta a cualquier tema: destruimos para construir lo mismo.
Por lo general, cuando algo no nos gusta nos dedicamos a resaltar los fallos que deberían mejorarse. En algunos casos, nos volvemos más radicales y creemos que los fallos son demasiado importantes y que lo que criticamos debe desaparecer.
Sin embargo, si empezamos a construir un sistema alternativo nos encontramos con la paradoja de que vamos respondiendo con las mismas soluciones que el sistema antiguo. Sin darnos cuenta hemos llegado a la misma solución o a una muy parecida. Un ejemplo de ello son las famosas monedas propias de las comunas hippies que, en esencia, se rigen por los mismos principios que el dinero común.
Eso nos pasa porque no nos damos cuenta de que muchos de los sistemas actuales son fruto de un proceso de evolución y de plantear soluciones a diversos problemas. No aparecieron de la nada sino que se trata de soluciones razonadas igual que lo podríamos haber hecho nosotros.
Eso no quiere decir que no se pueda encontrar otra solución, ni mucho menos. Tampoco quiere decir que si se ha hecho así toda la vida es porque es la mejor opción (típica frase de tu jefe ante una propuesta nueva). Simplemente quiere decir que si eso es así, seguramente tenga un motivo. Seguramente no es por que sí.
Así que hoy te propongo que sigas siendo crítico PERO DE FORMA CONSTRUCTIVA. ¿Y cómo se hace una crítica constructiva?
1. Analiza el sistema actual (mira sus debilidades y amenazas pero dedica un tiempo a ver sus fortalezas y las oportunidades).
2. Plantéate por qué se ha llegado a este sistema.
3. Plantea un sistema alternativo teniendo en cuenta los puntos 1 y 2. En este punto, si estás atento, quizás te encuentres volviendo a inventar el dinero. Y eso no es malo, simplemente es posible que el sistema actual sea la mejor solución. Así que haz un esfuerzo por asumir emocionalmente lo que has visto racionalmente.
4. Empieza a sustituir los puntos nuevos en el sistema antiguo.
Así pues, te invito a que sigas siendo crític@ con todo. Cuestiónalo todo. Pero no te quedes en la conclusión de que está mal y hay que cambiarlo. Da un paso más y plantéate porqué se ha llegado a este punto. Y luego da otro paso más e intenta inventar una solución alternativa.
Como dice un antiguo proverbio chino: ¿Y si el tiempo que dedicamos a buscar el culpable lo dedicamos a buscar la solución?
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