miércoles, 19 de octubre de 2011

1 comprimido de CHARLA cada 24horas

No sé si te habrá pasado, pero a mi últimamente me pasa bastante. Me encuentro con gente que hace tiempo que no veo y empezamos a hablar. Primero dejo que me ponga un poco al día de su situación para luego contarle yo la mía. Curiosamente, sin saber cómo, cuándo me toca hablar a mí acabamos volviendo a hablar de su vida.



Al principio no le doy mucha importancia. Una conversación es un diálogo dónde las dos personas interactúan. Así que todo genial. Al cabo de un rato me dice algo así como “pero dime tú, que no quiero aburrirte con mi vida”. Así que empiezo de nuevo a contarle hasta que la conversación vuelve a derivar en su vida. Bueno, no pasa nada, es normal. Pero insiste “Uy, no hago más que hablar yo. Cuéntame algo tú.” Y este tercer intento ya empiezo algo mosqueado. Efectivamente, no tarda en llegar el: “pues eso no es nada, porque a mí…”. Y con esto llega mi límite y decido escuchar pacientemente hasta el momento de despedirme. Si me pregunta otra vez, le contesto con una pregunta sobre su tema para que me siga contando.



Al principio no me molestaba demasiado. Luego empezó a darme un poco de rabia y a veces intentaba seguir con mi tema (pelea que no tiene mucho sentido). Y llegué al punto en que cuando me encontraba con según qué personas, me limitaba a escuchar. Pero recientemente me he dado cuenta de una cosa que ha hecho cambiar mi punto de vista. Yo pensaba que había gente que simplemente era incapaz de empatizar y de escuchar. Y aunque hay gente así, me di cuenta de que mucha gente que redirige la conversación a sus temas no es ese tipo de persona. Eso me hizo plantearme porqué se comportaban así. Es cierto que a todo el mundo le gusta hablar de sí mismo porqué es el tema que mejor conoce. Pero eso no me parecía motivo suficiente… Y creo que me di cuenta el día que yo mismo empecé a hacerlo. Me di cuenta de que muchas veces cuando redirigimos a nuestros temas es porque necesitamos hablar.



Y dirás, vaya tontería. Después de todo esto has llegado a algo tan obvio. Sí, pero no. Está claro que el que habla “necesita hablar”, lo que yo no había visto era que todos tenemos un déficit muy importante de charlas. Y no solo la gente que pasa el día sol@, sino todo el mundo.



Seguro que durante tu día pasas un montón de tiempo rodead@ de gente. Compañeros de trabajo, familia, pareja, conocidos, etc… Y estoy seguro de que todo ese tiempo lo pasas hablando con ellos… ¿o no? La cuestión no es solo comentar el día a día, noticias, deportes, etc… la cuestión es, ¿cuánto tiempo dedicas a verbalizar las cosas que te emocionan (buenas y malas)?



No voy a entrar en eso de que las redes sociales se han cargado nuestra vida social. Porque el problema no está solo en que no hablemos en persona, sino en que no nos contamos lo que nos importa. Si te pregunto cuando hablas de tus cosas, dirás que nunca tienes tiempo o que no tienes la persona adecuada o que no es el contexto apropiado. Seguramente tienes razón. Para poder expresar lo que sientes necesitas un tiempo mínimo, una persona adecuada y un contexto apropiado. Pero estoy seguro de que hay muchas otras cosas en la vida que también lo requieren y ya te ocupas tú de crear esa situación (como por ejemplo, dormir).



¿Por qué es importante hablar?



Porque, queramos o no, somos seres sociales y si no compartimos la alegría parece que no es tanta alegría (y sino recuerda cuanto tardaste el llamar a alguien cuando te sacaste el carnet de conducir). Y con las penas y preocupaciones pasa lo que ya vimos en la entrada del enfado: hasta que no la exteriorizas no puedes salir de la situación.



Pero esto no es válido sólo para las grandes emociones, también vale para el día a día. Aunque una cosa pueda parecer una chorrada, suma en tu estado emocional. Muchas chorradas se acaban convirtiendo en algo grande. Si no compartes las pequeñas cosas buenas del día a día le quitas importancia y las anulas. Curiosamente, si no se comparte las cosas malas, estas crecen en el interior hasta que explotan.



Así que ya sabes, a partir de ahora una ración de charla cada 24h por lo menos. Si te pasas corres el riesgo de ser más feliz.



Por cierto, cuando veas que alguien te corta todo el rato para hablar de sus temas, pásale esta misma receta. Quizás así la próxima vez podrás hablar tú también :).

4 comentarios:

  1. O charlas o escribes un blog!!!

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  2. Jajajaja, pues si, también es una opción :)

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  3. Alejandro, creo que has descrito de manera muy peculiar la forma en cómo nos comunicamos la última vez vía Skype. Es cierto, a veces necesitamos conversar de asuntos que parecen irrelevantes y no lo son. También seguiré tu receta para ser más feliz... :)

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  4. Pues si, de una forma exagerada, casi cómica, intento describir una realidad que es que necesitamos hablar más de lo que hablamos. Gracias por tu comentario!

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