miércoles, 28 de marzo de 2012

Contra la reforma naranjal


Me da la sensación que nuestro frutero no tiene mucha visión empresarial, no tiene mucha ética o ninguna de las dos cosas. Así que hoy comparto contigo mi indignación por la reforma naranjal. ¿Naranjal? Si, de naranjas. Por un momento imagina que cada trabajador es una naranja. Si, tú también eres una rica y redonda naranja.


El frutero, el gobierno, tiene un montón de naranjas que vender (colocar). Como ve que la cosa está difícil decide inventarse la reforma naranjal para que la señora María (la empresa) compre más naranjas.

¿Y cómo lo hace? Pues lo primero es bajar el precio de 2€ a 1€. Así seguro que vende más. Pero la señora María tiene miedo de comprar demasiadas naranjas, de que le salgan malas o de que le entre una alergia rara y no pueda comer naranjas nunca más. Así que el frutero le dice que si tiene cualquier problema le devolverá el dinero. Así, según nuestro frutero popular, la señora María no tendrá miedo y comprará más y podremos vender todas las naranjas.

En el mejor de los casos, nuestro frutero es un poco tonto (económicamente hablando) y no ha pensado que la señora María solo se come una naranja al día, así que aunque baje el precio no va a comprar más. Pero si ella es un poco lista, aprovechará la oferta para devolver las naranjas que compró a 2€ y comprará de las de 1€.

El resultado final es que la señora María se quedará con las naranjas más frescas por menos precio y el frutero se quedará con las que están pochas después de tanto trajín.

Pero es que a lo peor resulta que el frutero en vez de tonto tiene la moral distraída. Él se quiere ligar a la señora María y las naranjas se la traen al pairo. Así que mientras tontea con la señora María, ésta le mangonea las naranjas y no le compra nada. Así que el frutero se tiene que volver a casa con las manos vacías y la señora frutera, su mujer (toda la gente), pasa hambre.


Y en el peor de los casos, el frutero se quiere ligar a la señora María y encima es tan tonto que cree que saldrá ganando.


Como estoy seguro de que nuestro frutero tiene la moral muy clara y quieren mucho a su mujer, quiero creer que no se han dado cuenta del error de bajar los precios. Así que desde aquí les aconsejo que invierta en educación e investigación para hacer naranjas más buenas y así poder venderlas a mejor precio para que la señora María se haga un zumo más bueno y todos estén tan contentos.

Y para quitar este regusto amargo a indignación una última idea: ¿Por qué las naranjas son amarillas cuando están verdes?

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