Cuenta la leyenda que había un arquero que siempre hacía
diana. Tal era su fama que el Rey envió a un mensajero para invitarle al torneo
de su cumpleaños. Al llegar a la casa, el mensajero vio que el muro exterior
estaba repleto de dianas dibujadas y en medio de cada una de ellas había una
flecha clavada. Realmente es el mejor arquero que he visto nunca, se dijo. Llamó a la puerta pero nadie respondió por lo que salió a
buscarlo al patio. Allí encontró al hombre disparando sobre otro muro. Ya había
varias flechas clavadas pero curiosamente no había ninguna diana visible. Al
acabar de disparar, el arquero se acercó al muro con un bote de pintura y pintó
una diana alrededor de cada flecha de manera que ésta quedase justo en el
centro.
Así es como se produce el Efecto Diana. Muchas veces en tu
día a día te encuentras con situaciones, gente, cosas, que parece haber
acertado justo en el centro de tu diana. Este libro lo han escrito para mí.
Esta película habla de mi vida. Desde que dejé a mi ex no hago más que conocer
a gente que se llama igual. Igual que hacía el arquero, todas esas dianas
refuerzan la idea que quieres tener. Si quieres creer que eres el mejor arquero
del reino, el muro te lo confirmará. Si sientes que no vales para nada, cada
comentario que oigas te lo confirmará.
La cuestión es: ¿realmente el autor estadounidense que no te
conoce de nada ha escrito este best seller pensando en ti? ¿Crees que Hollywood
te ha puesto un espía para rodar tu biografía? ¿Toda la gente que conoces ahora
se llama igual que tu ex?
Cuando miras al muro, solo ves la flecha en el centro de la
diana pero no te preguntas que llegó antes. Pero muchas veces parece que la flecha ha acertado en tu
diana cuando en realidad lo que estás haciendo es pintar la diana alrededor de
la flecha.
Lo malo del Efecto Diana es que sirve para reforzar una idea
que es falsa. Y eso te hace construir sobre los cimientos de lo que tu quieres
creer y no sobre los cimientos reales.
Si decides creer que los cimientos son buenos, corres el
riesgo de que un día te des cuenta de que no era así y se te caiga la casa. Por
otro lado, si decides creer que son malos cimientos, es posible que no
construyas todo lo alto que podrías por miedo a algo que no va a pasar.
Así que esta semana te propongo que la próxima vez que veas
una flecha en una diana te preguntes qué ha llegado antes.
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