miércoles, 10 de abril de 2013

El efecto rana


Dicen, nunca lo he probado, que si metes una rana en una olla de agua hirviendo, pega un salto y se sale. No hay forma de que se quede dentro.

Así que si quieres hervirla, la tienes que meter con agua fría e ir subiendo la temperatura poco a poco. De esta manera la rana no se da cuenta y se va quedando adormilada hasta que se cuece.

No te preocupes, no he convertido esto en un blog gastronómico, para eso está mi amigo gastrovita. En el efecto rana no eres el cocinero sino la rana.

Sin saber como ni porqué, tú estás tan a gusto en la piscina de tu vida y poco a poco empieza a subir la temperatura. Tu día a día cada vez te gusta menos. Te aburres y no te apetece hacer nada. Te da pereza salir de casa o cocinar algo que tarde más de 5 minutos. Duermes mucho pero ya no es suficiente y no tienes ni fuerzas para levantarte del sofá.

Te estás cociendo y no te das ni cuenta. Tu vida se empieza a parecer a la de una coliflor.

¡Estás siendo víctima del efecto rana!

Este efecto se puede producir en tu trabajo, en tu casa o con tu relación de pareja, y cuando la cosa es grave, las tres a la vez.

¿Qué puedes hacer?

Lo primero, como siempre, es darte cuenta. Si ves que llevas unas semanas tristón, que te cuesta levantarte aunque duermas mucho, que estás cansada sin hacer nada, si la gente empieza a preguntarte como estás o qué te pasa… Si, estás sufriendo el efecto rana.

Ahora que lo sabes, solo te queda una opción: ¡salta!

Reúne las fuerzas que te quedan y pega un salto para salir de la situación. No se trata de dejar el trabajo, tu casa o tu pareja, sino de dar un salto y cambiar la situación.

Puede ser que no sepas hacia dónde saltar. Lo bueno de la olla es que es redonda, así que puedes salir por cualquier lado. Puedes saltar hacia adelante, dar un paso más hacia tu objetivo olvidado. O puedes saltar hacia un lado, probar algo completamente nuevo. Y por supuesto, puedes saltar hacia atrás, al paso anterior.

¡Lo importante es salir de la olla!

Es muy posible que te falten fuerzas, el calor adormece, pero si haces el esfuerzo y vences la pereza, puedes. Una vez fuera de la olla, entre la adrenalina del salto y el fresquito, ya verás como vuelves a coger fuerza.

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