miércoles, 26 de marzo de 2014

La ancha línea roja


#miercolesdesuerte escribiendo in extremis y de madrugada. Pero sigue contando como miércoles, ¿no?

Como ya es tarde, hoy escribiré la que posiblemente sea la entrada más corta del blog (y digo posiblemente porque no me voy a poner a comprobarlo a estas horas). Para ello compartiré un concepto que hace tiempo que me ronda por la cabeza y que hoy una amiga ha puesto en las palabras.

Muchas veces se habla de la delgada línea roja que separa lo bueno de lo malo, la verdad de la mentira y la genialidad de la tontería. Parece que la condenada línea lo separa todo (aunque no por el mismo sitio). Es la frontera imaginaria que nos permite separar el blanco del negro, el ying del yang. Hasta aquí es ying, y a partir de aquí es yang. Y cuando se habla de su delgadez (que palabra tan fea) nos referimos a que en ese punto, las dos partes se parecen mucho. Es como nacer entre el 31 de diciembre y el 1 de enero. La diferencia es cosa de minutos, segundos si me apuras, pero supone todo un año de diferencia para la personita.

A menudo usamos esa línea de puntero láser para separar la cordura de la locura. Nos empeñamos en clasificar como locos a los que están del otro lado y cuerdos a los que están del nuestro como si, una vez cruzada la frontera, todo fuera completamente diferente. Pero la realidad es bastante diferente, como diría mi amiga, la línea no es delgada, es muy, pero que muy, ancha. Tan ancha que uno no sabe cuando ha cruzado al otro lado. Sin entrar en aclarar que no existe la locura, sino la patología mental (que en muchos casos tiene causa fisiológica que no dista tanto de otras afecciones físicas aceptadas comúnmente); este tipo de enfermedades se diagnostican marcando tu nivel en una escala. ¿Y eso qué quiere decir? Pues que no pasa como los huesos, que están rotos o no, sino que se determina en que peldaño de la escala salud-patología te encuentras. Y resulta que todos estamos en algún peldaño de esa escala. A veces más cerca de la base y otras veces a mitad del rellano. Mientras puedas seguir con tu vida sin problemas, todo ok. Pero si ves que el día a día te cuesta, quizás es el momento de pedir ayuda para bajar unos escalones porqué igual no te has dado cuenta pero estás a mitad de esa ancha línea que te separa de la felicidad.

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