Como mi propio blog indica, soy un tipo con suerte. Una persona que se fue de viaje, se dejó los calcetines y le cayeron unos del cielo. LITERALMENTE. Una persona que llega el último a un avión y le quedan las mejores plazas. Acabé los estudios y encontré las prácticas dónde quería. Y antes de que se acabasen, ya tenía nuevo trabajo. Soy, básicamente un tipo con suerte.
Hoy he decidido contagiaros un poco de esa suerte. Y es que la suerte ni se da ni se comparte, se contagia. No sólo eso, sino que cuanta más gente tenga suerte, más buen rollo se genera, y más suerte tenemos todos. Así que nadie se piense que le voy a dar mi suerte, vamos a despertar la vuestra.
Pero claro, no basta con “estornudar” en la pantalla para que al leerla os contagie. Requiere un poquito más. Requiere cambiar la filosofía de vida. Y para ello os voy a ir dejando durante algunas entradas algún truquillo y ejercicio para hacerlo más fácil.
Vamos a empezar con un concepto muy sencillo: LA SONRISA.
Si queremos que la vida nos sonría, tenemos que sonreírle nosotros primero. No voy a entrar en el optimismo ni ser positivo, etc, etc. Todo eso da para otra entrada. Vamos a quedarnos con lo literal: sonreír.
¿Cuándo fue la última vez que sonreíste a alguien en casa? ¿Y a tu pareja? ¿A algún amigo/a? ¿Y a un conocido? ¿Y a un desconocido?
Pues a menos que estés sonriendo ahora mismo, me parece demasiado tiempo. Así que a partir de ahora y durante esta semana os reto a sonreír a todo el mundo con quien crucéis la mirada.
Primero en casa, nada más llegar tiene que salir un “buen@s días/tardes/noches” con una amplia sonrisa. No os dejéis intimidar por los comentarios de “¿qué mosca te ha picado?” “¿qué te pasa?”,etc… Ante eso simplemente decid que habéis decidido tomar la vida de otra manera. Si os preguntan el porqué, enseñadles la entrada.
Lo mismo hay que hacer con amigos y pareja. Ojo con la pareja que no se vaya a mosquear pensando que “hay otr@”. Una vez más, creo que es buena idea enseñar la entrada (y no pretendo hacer publicidad del blog sino evitar problemas conyugales jaja).
¿Y a mis enemigos? También. No una sonrisa exagerada y para nada falsa. Simplemente cortés. “Somos enemigos, los dos lo sabemos. Pero podemos ser educados”.
¿Y los desconocidos? Para empezar HAY QUE CRUZAR LA MIRADA. Está bien pensar en nuestras cosas, leer o admirar las bonitas musarañas. Pero de vez en cuando está bien levantar la cabeza y darnos cuenta de que el metro/autobús/calle/oficina está lleno de personas (que no gente). Entonces cruzarás la mirada con alguien y llega tu momento, SONRÍE.
Ojo, que hay sonrisas burlescas, ofensivas, lascivas, etc… que pueden destrozar el momento. Así que habrá que afinar eso de sonreír. Aquí, mi recomendación es sonrisa discreta, neutra y con la boca cerrada que diga “¿Qué hay…? Mira, por aquí de camino al trabajo.” Una sonrisa tipo saludo educado.
Alea iacta est, la suerte está echada (nunca mejor dicho). Id contándome las experiencias en el grupo de Faceboock o en el mismo blog para ver si funciona.
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