Esta semana puedo decir que he empezado a andar por la senda del coaching. Contra todo MI pronóstico, no hubo clases magistrales. Solamente una docena de personas hablando sobre temas (algunos dentro del “programa” y otros completamente espontáneos).
Y aunque debo reconocer que al principio durante las charlas no sentí estar aprendiendo nada nuevo; las palabras han dejado semilla en mí y he empezado a reflexionar sobre un tema que creía superado: escuchar. Aunque aún no he tenido demasiado tiempo y quedan muchas vueltas para el final de la carrera, te dejo mis primeras impresiones.
Empiezo con un experimento psicológico que voy a explicar como fábula:
<< Metieron un grupo de monos en un parque natural dónde se les facilitaba comida y agua suficiente. En medio del parque se plantó un platanero lleno de plátanos suculentos. Pero tenía trampa, este árbol estaba electrificado de tal manera que todo aquel que se subiese para comer recibía una descarga. Con el paso del tiempo, los monos aprendieron que no se podían acercar a ese árbol.
Al nacer la siguiente generación de monos, sus padres, que conocían las consecuencias, prohibieron tocar el árbol a los pequeños. Estos crecieron e hicieron lo propio con sus hijos. Así, fueron llegando generaciones nuevas y los ancianos iban muriendo. Después de varias generaciones, no quedaba en el parque ningún mono del principio, de los que habían experimentado con sus propias manos el calambre. Y sin embargo nadie se acercaba al árbol.
Hasta que un día un “monito” se escapó de sus padres y se encaramó al árbol para coger un plátano. Mientras se lo comía tranquilamente los demás se dieron cuenta de que ya no estaba electrificado y se preguntaron: ¿cuánto tiempo hace que podríamos haber comido esos plátanos? >>
Tú y yo somos esos monos.
Al crecer vas aprendiendo “cómo funciona este mundo”. Aprendes reglas naturales, patrones culturales, normas éticas y de educación, ciencias, etc… En algunos casos lo aprendes por experiencia propia, a base de un “calambrazo” al subir al árbol. En otros casos, lo aprendes de tu entorno directa o indirectamente. Eso forma el conjunto de tu conocimiento.
Ese conocimiento te resulta muy útil ya que te permite tomar las decisiones más fácilmente. Si tuvieras que comprobar todo “lo que sabes” posiblemente te llevaría varias reencarnaciones. Gracias a este conocimiento evitas llevarte muchos calambrazos con el platanero.
A partir de estos conocimientos tenemos la tendencia a extrapolar, a aplicar todo lo que “sabemos” a cualquier situación parecida. Esto funciona demasiadas veces (por desgracia ya que si no funcionase, no lo haríamos tanto). Como consecuencia, una vez que has aprendido algo, lo das por válido y no lo vuelves a revisar y basas tu vida en esas premisas.
¿Y que pasa si esas premisas ya no son válidas? ¿Qué pasa si han desenchufado el platanero?
Muchas veces lo que nos han enseñado responde a un contexto y personalidad propia del “maestro” y lo que puede ser muy válido para él entonces puede no serlo para ti ahora.
Por desgracia, solo te planteas la alternativa cuando parece que no encuentras solución. Si no se les hubiera dejado comida en el parque, algún mono habría intentado subir al árbol mucho antes. Pero lo peor, es que muchas veces eres capaz de morir de hambre porque “eso no se puede hacer”. Esto es lo que acabo de bautizar como EL MAL DEL MONO.
Así que hoy te invito a romper las barreras. Es el momento de poner en crisis todo lo aprendido y ver si hoy en día te convence. Es el momento de preguntarte ¿está electrificado de verdad ese árbol? E ir más allá, aunque lo esté, ¿puedo encontrar otra alternativa para comerme los plátanos?
No se trata de que dudes de todo lo que sabes, simplemente que te preguntes si esas cosas que marcan tu vida “son así” realmente. Pregúntate si hay alguna otra explicación posible. Y sobre todo pregúntate si hay alguna otra forma de enfocarlo que no se te haya ocurrido.
Así que esta semana, aprovechando las elecciones, te propongo un ejercicio práctico que creo que puede ser bueno. Analiza la opción política con la que más te identificas (partido, movimiento, anarquismo, abstención, indiferencia, etc…) y busca porqué te identificas con esa opción.
¿Por qué política? Porque la política es como el futbol, todo el mundo tiene un equipo pero nadie podría explicar porqué. Salvo en una cosa, el Barça no va a decidir las ayudas sociales de los próximos cuatro años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario