No hay un hombre tan
sabio que no pueda aprender algo nuevo.
Está claro que el sabio más sabio del mundo no tiene porqué
saber cambiar una rueda de camión ni hacer un cocido madrileño.
Es más, yo diría que el sabio más sabio del mundo sólo conoce
una pequeña parte de todo lo que ha estudiado la humanidad desde el principio
de los tiempos. Si todo el conocimiento estuviera en una sola biblioteca, este
sabio no se habría leído ni un cuarto de todos los libros. Por no hablar de
todas las cosas que aún están por descubrir. De los libros que están por
escribir.
Así que estarás de acuerdo conmigo en que no hay hombre tan
sabio que no pueda aprender alguna cosa más. Es más, diría que ni siquiera hay
una mujer que no pueda aprender algo nuevo (excepto mi madre que lo sabe todo).
No hay un hombre tan
tonto que no pueda enseñarte algo.
Uy… eso ya es más discutible. Si es muy tonto no creo que me
pueda enseñar mucho. Es más, aunque no sea tonto, si yo soy más listo no creo
que me pueda enseñar nada…
¿Porqué cuesta tanto aceptar que otra persona te enseñe
algo?
Si ese hombre tan sabio, el que más sabe del mundo, tiene
tantísimo que aprender; imagina lo que nos queda por aprender a ti y a mi.
Digo yo, ¿no puede ser que este tonto sepa de alguna de las
tres mil cosas que te faltan por saber? Porque ya será casualidad que sepas
todo lo que sabe él. Eso querría decir que has vivido todo lo que ha vivido esa
persona además de vivir tu propia vida, y me parece mucho vivir para una
persona. Pero seguimos empeñados en que solo puedes aprender del que sabe más
que tú.
¿Porqué pasa eso?
Pues así a bote pronto
se me ocurre que cuando alguien te
enseña algo asumes que sabe más del tema. Parece lógico no. Pero esto despierta
dos ideas secundarias:
- ¿Porqué no lo sabía yo?: Como ya hemos comentado otras
veces, en el cole nos enseñaron que tenemos que saber la respuesta para
aprobar. Así que eso de no saberlo no mola a menos que el otro sea un “experto”
(como el profesor).
- ¿Si sabe más que yo, tiene más autoridad? A lo largo de tu
vida las personas que te mandan (padres, profesores y jefes) tienen esa
autoridad porque saben más que tú. Los padres por viejos, los profes por
expertos y los jefes porque por algo son jefes. Así asumes que si alguien te
enseña algo es que sabe más del tema y por tanto que manda más que tú. Eso no
mola en ningún caso, pero si encima viene de una persona que consideras
“inferior” se produce una contradicción bastante seria.
Como ves, estas ideas generan un poco de mal rollo así que
la solución fácil es evitar aprender. ¿Y cómo lo haces? Pues pensando que el
tonto no tiene que enseñarte.
Pero eso tampoco ayuda demasiado. Para empezar te pierdes
todo lo que tienen que enseñarte. Además, mientras sigas así tampoco trabajas
esas dos ideas que crean mal rollo.
¿Y qué puedes hacer?
Pues lo primero que te recomiendo es que recuerdes la frase:
No hay nadie tan tonto que no te pueda enseñar algo. Pregúntate si realmente
has vivido y aprendido todo lo que te puede enseñar esa persona.
Si aún así no te convences y te preguntas porqué no lo
sabes, te diré ¿Porqué tendrías que saberlo? Y si no lo sabes, ¿qué pasa?
Y si te pica al orgullo, mejor lo dejamos para otra entrada.
¡No te lo voy a contar todo esta semana!
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