Estos días he vuelto a pensar en meditar (válgame la
redundancia) gracias a un libro que te recomiendo: Come, reza, ama.
La verdad es que es uno de esos libros que no me habría
leído en la vida. Y más teniendo en cuenta que en la portada sale la foto de su
adaptación a la gran pantalla de la mano de Julia Roberts. Digamos que tampoco
soy muy fan de sus películas. Eso de la comedia romántica no me gusta
demasiado. Para empezar, es un género que te miente a la cara porque de comedia
no tiene nada. Es como si yo clasificara Terminator como una película intimista
de acción. Pero bueno, esto es otro tema del que ya hablaré en una sesión de
risoterapia.
Volviendo al libro. Pues eso, que es lo que parece: una
comedia romántica. Bien escrita, eso sí. Pero como me lo recomendó/prestó
encarecidamente una amiga, me decidí a intentarlo. Después de varias páginas me
recordó una lección que ya se me había olvidado: la perla.
La idea es que si le concedes el suficiente tiempo a una
persona (o en este caso a un libro), por aburrida y poco interesante que te
parezca; aunque creas que no va nada contigo; siempre puedes sacar alguna
perla. Una reflexión que cambia tu forma de ver las cosas y que te abrías
perdido si no hubieras seguido adelante. Como el primer tío que encontró una
perla. Que estoy seguro que se dejó las uñas intentado abrir piedras hasta que
dio con una ostra. Así que, esta semana te invito a buscar esa perla. Con un
poco de paciencia, dale al mundo la oportunidad de sorprenderte.
Pues resulta que en esta comedia romántica encontré una
perla de casi un tercio de libro. Justamente el tercio central. Esa perla me
volvió a abrir el apetito de meditar y me acordé de mi intento fallido de
encontrar la paz interior y de una de las cosas que aprendí y que aún no había
compartido contigo.
Para ponerte en contexto, soy una persona poco creyente en
Dios, tome la forma que tome (ya sea Alá, Yahvé, Cristo, Buda o Shiva). Estaba yo
discutiendo sobre estos temas con mis compañeros de retiro budista. Yo les dije
que a mí me costaba creer en todo lo que no estaba demostrado.
Y entonces uno de ellos me dijo:
lo que está demostrado
depende de a quien le otorgues la autoridad.
Y la pregunta es, ¿cómo alguien que pone su fe en Google
puede cuestionar la fe en la religión?
Este compañero me decía que él cree en los monjes budistas
porque ellos han llegado a la verdad meditando y ahora nos la cuentan. Y, dicho
así, la verdad es que no hay nada que objetar porque quizás tienen razón.
Así que mi consejo esta semana no es que te hagas religioso
o ateo, simplemente que te acuerdes que lo que llamas verdad depende de a quién le das la autoridad. Y sinceramente, creo que esta autoridad
es siempre un acto de fe ya que no vas comprobando todo lo que sabes.
AMÉN!!!!!!!!!!
ResponderEliminar(Sólo eso. LunaBella.)
Gracias!
ResponderEliminar¿Eres consciente de que eres capaz de abrir muchas mentes?
ResponderEliminarY te lo digo en plan Feedback, porque ya sabes que si alimentas tu ego, eso no da buen rollo, y por tanto, no trae buena suerte.
Sigue así, porque lo sepas o no, ayudas a muchas personas a entender la vida de otra manera. Gracias!
Muchas gracias por el feedback Eduardo. Estos comentarios son lo que dan sentido al blog y las ganas de seguir semana a semana :)
ResponderEliminar