El otro día con unas amigas salió el tema de la asertividad.
Asertividad… creo que es una de esas palabras que has oído mil veces y que te
crees que sabes que significa hasta que te toca explicarla. Como abnegación o
idiosincrasia. Hay algo en tu mente que te dice por dónde van los tiros pero en
el fondo no tienes ni la más mínima idea.
Pues bien, como esto de la asertividad también tiene mucho
que ver con el buen rollo, he decidido echarle un vistazo y compartir contigo
algunas ideas.
Cuando te preguntan qué es asertividad, lo primero que pasa
por tu mente es: saber decir que no.
La cosa va por ahí, pero no solo por ahí. Así que ahora que
ya tienes un poco de lío en la cabeza, voy a tratar de definir la idea:
Asertividad es la habilidad de una persona para expresar sus emociones y sus deseos a los demás sin hostilidad ni agresividad.
¡Olé tú! ¿Pero eso qué es lo que es?
Pues se trata de encontrar el punto medio entre la pasividad
y la agresividad. Ser capaz de hacer y expresar lo que quieres sin imponerlo a
los demás… Como ves, a la asertividad se suele llegar desde dos caminos. Por un
lado están las personas que dicen a todo que si (pasivas) y por otro lado las
personas que imponen a los demás lo que quieren ellas (agresivas).
Actitud Pasiva
Siempre digo que si a todo. Siempre hago lo que dicen los
demás. Nunca hago lo que quiero… ¿Te suena? Pues seguramente eres una persona
pasiva. Una persona que prefiere hacer lo que digan los demás con tal de no
llevar la contraria. Es más, aunque no seas ese tipo de persona, estoy seguro
de que más de una vez en tu vida te encuentras haciendo cosas que no quieres
hacer y sintiéndote un poco mal.
No te preocupes, a parte de ser una cosa muy habitual, nadie
dice que sea malo ni bueno. No se trata de juzgar, la pregunta es si te sirve o
no te sirve. Hay muchas situaciones en las que prefieres hacer algo que no te
gusta porque es lo que quiere la mayoría o simplemente por darle el gusto a
otra persona. Si todos tus amigos quieren ir de discoteca, lo lógico es que te
vayas con ellos. O si tu pareja quiere ir al cine a ver a Julia Roberts,
pues tampoco pasa nada por ir.
El tema es aquellas situaciones que van un paso más allá. No
solo haces algo que no quieres hacer, sino que además eso te hace sentir mal.
Esto suele pasar cuando haces cosas que van contra tus principios. Si un amigo
te ofrece droga, si un cliente te invita a señoritas o si tienes que matar a tu
hermano por un ajuste de cuentas. O, si no eres un mafioso, algo tan sencillo
como no ser capaz de decirle al camarero que se ha olvidado poner cebolla en la
hamburguesa.
En esas situaciones prefieres renunciar a lo que crees que
deberías hacer para evitar una situación incómoda con otra persona. Aquí es
cuando un amigo te dice:
- Tío, tienes que aprender a decir que no.
Y de ahí viene esa definición que te rondaba por la cabeza.
¿Y qué puedes hacer con esto?
Pues lo primero es preguntarte si hay situaciones en tu día
a día en que renuncias a lo que quieres hacer o deberías hacer por los demás. Pregúntate
si te pasa a menudo y cómo te hace sentir esto. Y si llegas a la conclusión de
que no te mola, te va a tocar trabajarlo.
Como comprenderás, si hay tipos que escriben libros enteros
sobre esto, yo no te voy a dar la solución en una entrada. Pero si voy a
compartir contigo un truco:
No compres zapatos
Muchas veces, el tema de la asertividad viene por no ser
capaz de soportar la tensión de decirle que no a otra persona. De decepcionarla
o hacerla enfadar. La buena noticia es que esto se te pasa practicando. Así que
te propongo que hagas el siguiente ejercicio.
Ve a una tienda de zapatos y pruébate por lo menos 3 o 4
pares CON LA AYUDA DEL DEPENDIENTE. Después de estar un ratillo con el tema,
MÁRCHATE SIN COMPRAR NADA.
Como ves, la situación puede ser un poquillo embarazosa. Has
estado haciendo trabajar a una persona un rato para no vender nada. Cierto.
Pero esa persona está en la tienda para eso. Esa es su función y cobra por
ello. Además, el hecho de probarte unos zapatos no te obliga a comprarlos, ¿no?
Si repites el ejercicio varias veces y con otras cosas similares, empezarás a
perder el sentimiento de culpa y a poder expresar y realizar tus deseos. Eso
si, ponte de acuerdo con los demás tipos y tipas con suerte del blog
para no ir a la misma zapatería. Que tampoco es plan.
Actitud Agresiva
La asertividad también tiene otra faceta. No todo en la vida
es decir que no. Es posible que no tengas ningún problema con expresar tus
sentimientos y deseos, pero ¿lo haces de forma agresiva?
Así como ser pasivo es algo muy evidente para uno mismo
(enseguida identificas cuando haces algo que no quieres), ser agresivo es más
difícil de ver. Para empezar, hay que entender que agresividad y hostilidad no
sólo quiere decir patadas y gritos. Esas se ven claro. Cuando hablamos de
agresividad y de asertividad nos referimos a si impones tus criterios y deseos
a los demás.
Yo no hago eso.
¿Seguro? Como te he dicho, es más difícil que te des cuenta
de esto. Así que te propongo que te preguntes:
¿Con mis amigos/pareja/familía hacemos siempre lo que yo
quiero?
¿Soy líder de mi grupo?
¿Siempre tengo que organizar yo las cosas?
¿Soy la única que tomo decisiones?
¿Soy el único que toma buenas decisiones?
¿Me enfado si no hacemos lo que me gusta?
¿No me apunto a los planes que no me gustan?
¿Siempre discuto para ver que hacemos?
Podemos decir que los demás no dicen nada, no tienen
criterio o sus ideas son equivocadas. Si quieres lo puedes decir. Pero ya
empiezas a darte cuenta de que con alguna gente a veces te impones. Siento
decirte que también deberías trabajar el tema de la asertividad pero del otro
lado.
Esto también da para otro libro. Cuando publique el mío le
dedicaré unas páginas. Pero mientras tanto te voy a dejar otro truquillo:
Deja hablar, reflexiona y, de vez en cuando, cede.
Parece absurdo pero los tiros van por ahí. Si te das cuenta
de que a veces impones tu criterio a los demás y quieres dejar de hacerlo; la próxima
vez que veas a tu grupo y tengáis que decidir dónde ir, deja que hablen los demás
(nunca hay prisa para dar tu opinión), piensa si lo que dicen tiene sentido y,
de vez en cuando, apúntate a sus planes.
Ya me dirás que tal te va. Y si necesitas ayuda, conozco a un coach con suerte.
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