La entrada de hoy va dirigida a aquellas personas que
sienten llevan los pedales del mundo y que si paran, dejará de rodar.
Lo tengo que hacer todo yo. Si no lo hago yo, no lo hace nadie . Nadie más sabe hacerlo.
Si no estuviera yo aquí, no se que habrían hecho. Bla, bla, bla, bla…
¿Te suena? ¿Has sentido alguna vez eso de que eres la única
persona en el mundo que puede hacer algo? ¿La única persona del trabajo que
sabe resolver los problemas? ¿La única persona de tu grupo de amigos que sabe
organizar un viaje? ¿La única persona que se ocupa de la casa?
Si te sientes identificado o identificada con todo esto,
esta entrada va para ti.
¿Porqué una entrada sobre este tema?
Pues porque esta forma de pensar y actuar hace que sientas
la responsabilidad/obligación de que todo salga bien. Con el estrés que esto
conlleva. Además, en momentos de
cansancio en lo que tienes que hacer te supera, te enfadas por tener que
hacerlo todo tú.
Por mi experiencia, conforme pasa el tiempo, hay cada vez más
momentos de enfado y estrés. Esto genera mal rollo que no te ayuda a ser un
tipo o tipa con suerte.
Normalmente, este tipo de conducta va muy ligada a algunas
ideas que la justifican y la refuerzan.
Soy la única persona
que sabe hacerlo
La primera y más habitual es pensar que eres la única
persona en el mundo que puede hacer la tarea en cuestión. La única que sabe de
excell de tu empresa; la única que sabe bañar a los niños, la única que sabe
organizar viajes…
Esta idea es bastante peligrosa porque refuerza mucho tu
ego. Si eres la única persona que sabe hacerlo, eres especial. Es más, eres
única. Imprescindible. Y eso de ser imprescindible te da valor, sube tu
autoestima. Vamos, que mola un pegote.
El problema es que a la vez te da un sentimiento de superioridad
que no genera muy buen rollo con los demás, es un pensamiento poco práctico y,
sobre todo, no creo que sea cierto.
¿Estás seguro de que nadie más puede hacerlo? Ya no digo
igual de bien, simplemente hacerlo. Hacer una presentación de ppt, colgar un
cuadro o comprar un billete de tren... ¿son cosas tan difíciles que nadie más
sabe hacer?
Quizás, en tu afán por hacer las cosas, no has preguntado si
alguien más sabe hacerlo. Es curioso como cuando preguntas, muchas veces hay
alguien que controla incluso más que tú del tema pero, por educación, no te ha
dicho nada.
Así que la próxima vez que te venga a la cabeza la frase soy la única persona que puede hacerlo, te invito a que lo preguntes en voz
alta. Igual te llevas una sorpresa.
Pero voy a ir un paso más allá. Excepto cosas muy técnicas,
la mayoría de cosas pueden ser enseñadas y aprendidas fácilmente. Por no decir
que TODO puede ser aprendido. ¿O es que tu naciste sabiéndolo todo? Pues seguramente
no. Seguramente tu lo aprendiste de alguien.
¡Así que enhorabuena! Quizás puedas enseñar a alguien a
hacer esa tarea. Aunque es cierto que te llevará un tiempo. Una vez enseñado,
una cosa menos en la que pensar.
Eso si, para enseñar te recomiendo este refrán: Me lo
explicaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí.
Eso quiere decir que, además de explicárselo, vas a tener
que dejar que lo haga para que lo aprenda.
¡No por Diós! ¡Si lo hace mal y se equivoca va a ser un desastre! Solo te diré una cosa, hasta los internos en el hospital, los que aún están
aprendiendo, se les deja el bisturí para aprender. ¿Y sabes qué? Lo hacen y lo
hacen bien. Salvan vidas. Y eso si que es delicado. Así que salvo que te
dediques a desactivar bombas, deja que los demás lo intenten aún a riesgo de
que se equivoquen. No se ha muerto ningún bebé porque le cambiasen mal el
pañal.
Soy una única persona
que quiere hacerlo
O su derivada soy la única persona que se preocupa. Esta
idea te ayuda a justificar que lo hagas todo basándote en que nadie más quiere
colaborar. Aunque hace tanto la pelota a tu ego como la anterior; esta frase
permite y casi te obliga a hacerlo todo tú. Que en el fondo es lo que quieres.
¿Has preguntado si alguien más quiere? Aunque en momentos de
estrés te parezca mentira, esta situación la has elegido tú. Como al principio
te apetece hacerlo (ya sea por la tarea en si o por el hecho de hacer algo), ya
no preguntas a nadie. Y como ya te has puesto al tema, los demás lo asumen y ya
no echan una mano.
Entonces, al cabo de años de matrimonio surgen conversaciones tipo:
- Cariño, podrías cocinar tú algún día o echarme una mano, ¿eh?
- Ah… Pero no preferías hacerlo tú. Pensé que preferías
cocinar tú sola.
Y quizás al otro le encanta eso de concinar pero ya no se ha
atrevido.
Así que no está mal hablar las cosas. ¿Alguien le gustaría
colaborar o hacer esto?
Soy la única persona
que lo hace
Hay cosas que no le gustan a nadie. Por ejemplo, limpiar el
retrete. Pero estarás de acuerdo conmigo en que hay que hacerlo, ¿no? Y como
hay que hacerlo, lo haces tú.
Y entonces se produce el fenómeno de las valencias (que ya
explicaré en profundidad otro día). Si en tu grupo ya hay alguien que se
encarga de una cosa, los demás la ignoran. Por ejemplo, en casa mamá pone las
lavadoras así que los demás ni nos acercamos a la máquina (de hecho hay veces
que no sabes ni dónde está).
Pero a ti tampoco te gusta eso de lavar la ropa no. Pues
entonces ha llegado el momento de hablar con los demás para que se pongan las
pilas. Mientras lo sigas haciendo tú. Nadie más lo hará, pero si hablas con los
demás y repartes las tareas, igual se ponen a echar una mano.
Si no lo hago yo, no
lo hace nadie / Si no estoy yo, esto no sale
Hay veces que hablando con los demás ves que no consigues
nada. Siguen sin ayudarte. ¿Qué puedes hacer entonces?
Pues lo primero es
preguntarte para quién es importante que esto salga adelante. Por ejemplo, está
claro que el tema de las lavadoras es cosa de todos. Todos necesitamos ropa
limpia. Pero pongamos que lo que quieres es que los demás se encarguen de
rellenar el ambientador del baño. Pues eso ya está más delicado porque quizás a
los demás se la trae al pairo el ambientador. Así que si la cosa sólo es
importante para ti, me parece que te va a tocar hacerla porque, al fin y al
cabo, es para ti.
Pero si la cosa es importante para todos, en el trabajo, con
tu pareja, con la familia… ¿Qué pasa si no la haces tú?
Pues que alguien la hará. Por la misma teoría de valencias
(que ya veremos), si falta un rol en el grupo, otra persona lo asume. Si de
pronto no está el que hace la comida, alguien empezará a hacerla. Sino fíjate
en los pisos de estudiantes. Esos chavales que no han tocado una sartén en su
vida y de pronto tienen que comer todos los días. ¿Sabes qué? Comen todos los días.
Así que para cerrar el tema (por hoy) te propongo un
ejercicio. Cada vez que te digas:
Soy una única persona que sabe hacerlo.
Soy la única persona que quiere hacerlo.
Soy la única persona que lo hace.
Si no lo hago yo, no lo hace nadie.
Pregúntate a ti mismo, y si tengo un accidente de coche y
tengo que estar en el hospital un año, ¿qué pasará?
Pues que el mundo seguirá girando
y alguien hará todo lo que yo no puedo hacer. ¡Así que deja los pedales!
Gracias por esta entrada, Alex. De corazón.
ResponderEliminarLarga vida y Prosperidad!
Gracias por el comentario Eduardo :)
ResponderEliminarGracias Alex! Es una reflexión necesaria... es tan fácil caer en la trampa de alimentar el propio ego y pensar que el mundo depende de nosotros, que somos capaces de hacernos infelices en nuestra vida sólo por eso... Un beso!
ResponderEliminarA ti Rocío por inspirarla :)
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