“Si se cumpliera todo lo que pensamos, sería un drama.” se
le ocurrió decir un día a una nueva compañera de trabajo. Aprovecho para
dedicar-le la entrada porque, aunque no hemos hablado más de doscientas
palabras, consigue alegrar a toda la redacción con su buen rollo mañanero.
Bueno, ya que estoy también se la dedico al resto de los compañeros porque debo
decir que hay mejor ambiente de trabajo que en la sala de juegos de Google,
mejor ambiente de trabajo que en una fabrica de risas. Y no porque no se
trabaje (más bien es al contrario, no se para en todo el día), sino porque todo
el mundo lleva el chip de buen rollo de serie y así da gusto ir a currar.
Pero bueno, volviendo a la frase, me dejó un rato dándole
vueltas a la cabeza. ¿Cuánta gente moriría partida por un rayo y cuántas madres
meretrices serían cubiertas de heces si algún poder hiciera realidad nuestros
pensamientos? Como diría mi compañera, sería un drama. Gente sodomizada al son
del “que te den”, cementerios convertidos en wc públicos de gente que se defeca
en los muertos de otro y niños con la cara del revés por el guantazo de sus
padres. Y no mejoraría la cosa con los “buenos deseos”. Cuenca tendría más
fieles que la Meca y miles de personas morirían aplastadas por montañas de oro
y por miembros viriles desproporcionados. Total, como ya he dicho, sería un
drama.
Eso me da que pensar: cuidado con lo que deseas que se puede
cumplir. El mundo de deseos es como un paraíso fiscal dónde las barbaridades no
pagan impuestos y te dejas llevar por las emociones más viscerales. Es tu
pequeña parcela de libertad dónde todo vale porque nadie más que tú puede
oírte. Eso está bien, pero quizás no está mal darle una vuelta más a esos
deseos después del desahogo inicial. Si se cumple tu deseo, a parte de pasar un
mal rato, quizás no se solucione la situación que te llevó a frotar la lámpara.
En cambio, si te paras a pensar en lo que quieres realmente, puede que se te
ocurra otra alternativa más útil que defecar sobre los santos difuntos de tu
jefe. Quizás veas el problema de otra manera que te lleve a un buen plan de
acción. Y, lo mejor de todo, si tienes claro lo que deseas y lo piensas fuerte,
la ley de la atracción te echa una mano. Pero eso ya te lo explicaré otro día,
que por hoy ya hemos pensado mucho.
Muy acertada la entrada.
ResponderEliminarLo que ocurre muchas veces es que cuando pensamos realmente en lo que queremos lo pensamos desde el pensamiento o lo que es peor, desde el ego. Entonces es muy probable que lo que deseemos no sea lo más adecuado ni para nosotros mismos ni para los demás.
Quizás sea una utopía pero yo prefiero desear desde el corazón y teniendo siempre en cuenta que nadie que esté implicado en mis intereses salga perjudicado por ello.
De este modo podremos frotar la lámpara con la certeza que la ley de la atracción nos condederá lo mejor para nosotros mismos y para los demás.
Felices deseos !