Como ves, hoy no me voy a inventar nada nuevo. Como me pasa a menudo, he llegado segundo a una conclusión: Me he dado cuenta de que en el trabajo nos pasamos el día apagando fuegos.
Estás trabajando en algo y llega tu jefe con un “¡Deja lo que estás haciendo y ponte con esto que es superurgente!”. Corriendo, dejas lo que fuera que estabas haciendo y te pones a ello. Pero no has empezado con la nueva tarea cuando vuelve tu jefe y te dice “¡Acaba de entrar algo que es prioritario!”. Tu le preguntas “¿Qué hago con esto otro?” y el te dice “déjalo, esto es prioridad uno”. Y esa prioridad dura lo que tarda en llegar la siguiente prioridad.
Así es como empiezas a empalmar prioridades hasta que llega tu jefe y te pide el primer trabajo. Tu le intentas explicar que estabas con lo último que te había mandado pero él te dice que en 3 días has tenido tiempo más que suficiente para hacerlo. Así, sin comerlo ni beberlo, acabas siendo el responsable de todo el marrón.
Todo esto te crea mucha frustración y mal rollo. Sientes que la bronca es injusta y empiezas a imaginar contestando a tu jefe y enviándolo a hacer puñetas. Te imaginas diciéndole todo lo que piensas delante de tus compañeros y como eso le hace reflexionar y cambiar. Te imaginas a toda la oficina dándote las gracias y a tu jefe pidiendo perdón por ser tan capullo. Pero al final no haces nada, ni le contestas, ni te aplaude nadie, ni tu jefe deja de ser un capullo.
Y así es como te frustras y, cuando llega la próxima urgencia piensas “Si, si, que venga el lobo…”
Creo que es evidente que el problema está en el jefe y en la forma de poner prioridades. Pero un jefe, como un cliente, siempre tiene la razón. Así que hoy te voy a dar unos truquillos para ver qué puedes hacer tú para mejorar tu situación:
1. Date cuenta:
Como siempre, lo primero es identificar la situación y darte cuenta de qué está pasando.
2. Controla tus emociones:
Una característica típica de estas situaciones es que tu jefe está muy preocupado y estresado. Con toda la presión que te mete, consigue trasladarte ese mal rollo y, sin saber cómo, acabas agobiado tú mismo. Así que lo primero es ver que esa tensión no va contigo. Va con él. Es él quien está agobiado por sacar esto. Tu deber es ayudarle, pero que no se te olvide que el problema es suyo. Para estos casos recomiendo la famosa frase de Lina Morgan “¿Y a mi que más me da? ¿Yo porqué me pongo así?”. Repítela. Cuándo lo hagas te darás cuenta de que a ti te da lo mismo. Que si el tema no sale bien, es un problema suyo o de la compañía, no tuyo. Eso ya te hará sentir más tranquilo.
3. Devuélvele la responsabilidad:
Cuando tu jefe te manda cosas urgentes muchas veces no tiene en cuenta el trabajo que estás haciendo. Al mandártelo todo, deja en ti la responsabilidad de que todo salga adelante sin tener en cuenta cual es la prioridad real y que no te va a dar tiempo a acabarlo todo. Una vez más, te pasa su marrón. Así que te propongo que, de la mejor de las maneras posibles, le expliques a tu jefe (por e-mail para dejar constancia) todas las cosas que tienes que hacer y que le pidas que te diga la prioridad de los trabajos. Aprovecha también para hacerle saber que no hay tiempo para hacerlo todo. De esta manera, el será más consciente de tu situación y será el mismo quien decida la prioridad. Así, cuando no tengas las cosas hechas, podrás decirle que estás trabajando según sus órdenes y evitarte el marrón.
4. Trabaja duro:
Todo lo anterior no sirve de nada si te columpias en el trabajo, así que ponte al 100% para que todo lo que quede por hacer esté realmente por encima de tus posibilidades.
5. No basta con ser bueno, hay que parecerlo:
Cuando alguien está estresado por un trabajo urgente (como es el caso de tu jefe) quiere sentir que todo su equipo está dando el 100% y se preocupa por el tema. Así que una parte primordial es que él vea que es un tema que te preocupa y que lo estás dando todo. ¿Cómo lo haces? Muy sencillo, muéstrale que entiendes la importancia del trabajo y que estás a tope con ello (pero sin dejarte arrastrar por el estrés). Un truco bastante efectivo es que cuando él esté enfadado porque algo no sale, tu te muestres más enfadado aún porque no ha salido. De esta forma, el verá que te preocupas y no podrá echarte la culpa porque tú también estás enfadado. ¡Es culpa de la circunstancia!
6. Recuerda que no eres cirujano:
Otra cosa típica de estas situaciones es el catastrofismo. Parece que se va acabar el mundo si no sale todo bien. Bueno, pues no está mal recordar que no eres cirujano, que si no sale bien, no se muere nadie. Como mucho habrá un accionista un poco menos rico. No es lo óptimo, pero no te mortifiques.
Espero que estos truquillos te ayuden a trabajar más a gusto, a ser más productivo para tu empresa y sobretodo, a ser más feliz, que es de lo que se trata.
Se agradece el esfuerzo por escribir, y aunque yo también ando algo liado con "el trabajo", es una alegría poder seguirte... Espero encontrar un hueco para llamarte y salvar así "la circunstancia" un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel Ángel! Espero tu llamada :)
ResponderEliminarhe vuelto a leer detenidamente tu entrada. La segunda lectura, casi siempre, es la en que yo, personalmente,capto más significados y en esta circunstancia específica aún más..uiui qué dependiendo de la perspectiva,me siento personificada en cada uno de los dos "papeles"..
ResponderEliminar¡Enhorabuena! Muy buen post y muy útil. Yo me encuentro en una situación como la que describes, y he sentido esos sentimientos de mal rollo, frustración y querer mandar al jefe a "hacer puñetas" pero, este post ha sido para mi como música que amansa a las fieras. Tras "leerlo", no más malos rollos, ahora respiro tranquilidad. Y sí, me ha hecho ver las cosas de manera diferente.
ResponderEliminarGracias y sigue así ;)
Joder, te admiro por tu constancia y por las cosas que dices, pero eso ya lo sabía ;)
ResponderEliminarMuchas gracias por todos los comentarios :) cierto claudia, a veces estamos en los dos papeles así que no está mal tenerlo en cuenta ;)
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