Es evidente
que tienes (y tengo) limitaciones. Algunas son físicas, no puedes volar. Otras
son por conocimientos, no puedes entender la teoría de la relatividad. Otras
son conductuales, no puedes dejar de fumar. Otras son emocionales, no puedes
dejar de tener miedo. Otras son éticas, no puedes engañar a tu pareja, y las
hay que son legales, no puedes matar.
Desde niño desarrollas
una capacidad para diferenciar las cosas que puedes hacer y las que no. A
partir de ahí, te dedicas a descartar aquellas cosas que no puedes hacer para
centrarte en las que si puedes. Eso a priori no parece una mala idea. De esta
manera evitarás saltar de un edificio pensando que puedes volar.
El problema
es que, como vimos la semana pasada, a menudo confundimos conceptos. Siguiendo
con el ejemplo del salto al vacío. Podrías decir que, puesto que no puedes
volar, no puedes saltar por la ventana. Aunque puede parecer lo mismo,
realmente no lo es ya que la incapacidad de volar no te impide saltar por la
ventana. Puedes saltar por la ventana lo que pasa es que conoces las
consecuencias y NO QUIERES HACERLO.
Y otra vez
nos encontramos en un punto parecido a la semana pasada. QUIERO VS PUEDO. No
poder quiere decir que no tienes la capacidad ni/o la posibilidad de hacerlo.
Es imposible para ti. Y cuando catalogas una cosa como imposible, desistes
automáticamente de intentarlo. Como ya he dicho, eso a veces es bueno, sin
embargo crea muchas falsas limitaciones.
Si tomas las
palabras de forma literal y vuelves al principio, te darás cuenta de que todas
las limitaciones que habíamos dicho realmente no lo son.
Es verdad que
el ser humano no está dotado fisiológicamente para poder volar, sin embargo
puedes coger un avión. Mientras la gente pensaba que no podía volar, a nadie se
le ocurrió la idea de inventar el avión.
También
podrías decir que no eres capaz de entender la teoría de la relatividad. Eso es
cierto si solo tienes en cuenta el corto plazo. Pero sí podrías estudiar física
y llegarías a entenderlo. Otra cosa es que el coste en tiempo no te compense.
Pero una vez más, no es que no puedas. Es que no quieres. Lo cual me parece muy
lícito en cualquier caso.
También hay
quien alega que no puede dejar de fumar. ¿Realmente no puedes? ¿Y si mañana
caes en una isla desierta sin tabaco? Entonces podrías, ¿no? Eso quiere decir
que tienes la posibilidad y la capacidad para hacerlo. Lo que no tienes son
ganas. Vamos, que no quieres y punto. Lo mismo pasa con el que tiene miedo a algo,
por ejemplo a la oscuridad. De niño cree que nunca podrá librarte de ese miedo
y de mayor te encanta la oscuridad (sobre todo si es en compañía). Por no decir
de las limitaciones éticas o legales, puedes engañar a tu pareja y matar a
alguien (cosa que por desgracia pasa).
Y de pronto
te das cuenta de que no es que no puedas, es que no quieres. Ojo, hay muchas veces que realmente no puedes.
Pero te invito a que cada vez que te asalte la mente un no puedo veas si
quedaría mejor un no quiero. Y si queda mejor, empieza a hablar de lo que
QUIERES HACER y no de lo que puedes hacer.
Eso no quiere
decir que dejes de preguntarte si puedes. Pero es importante ordenar los
factores. Como estás acostumbrad@ a las limitaciones, lo primero que te
preguntas es si puedes o no. Y luego ya verás si quieres. Por ejemplo, pides una
beca para estudiar en China. Seguramente no te la darán y si te la dan ya verás
que haces. O llega el momento de elegir carrera y miras cuales puedes hacer y
eliges la que más te gusta.
Y mi pregunta
es, ¿no sería mejor preguntarte primero si quieres? Porque si te das cuenta de
que NO quieres (no te mola China), ya no hace falta que hagas todo el esfuerzo
y puedes invertirlo en algo que si quieres. Y si resulta que SI quieres, es el momento
de preguntarte si tienes la posibilidad y capacidad para ello y de que vas a
hacer para conseguirlo.
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