A veces discutes con una persona cercana a ti y la cosa se
calienta tanto que acabáis diciendo algo muy grave para el otro. Como os conocéis bien, sabéis dar donde
duele así que los comentarios hacen bastante daño. Otras veces la pelea viene
de cosas que te han hecho o que has hecho tu a otros. A veces es fruto de una
sola discusión y otras veces son peleas de toda la vida.
Sea como sea, en estas situaciones puede llegar un momento
en que la relación con esa persona es insostenible. Pero, por suerte o por
desgracia, como es una persona muy cercana no puedes desentenderte y te toca
interactuar de vez en cuando. Si además compartís grupo (familia, amigos,
equipo, trabajo…) vuestra mala relación puede afectar al resto del grupo que,
en el peor de los casos, decide meterse.
Total, que resulta que en uno de los grupos de personas
“importantes en tu vida” se crea una situación supertensa que hace que te
encuentres muy mal (tristeza, rabia, incluso dolor de barriga…). Por lo general,
este malestar no se queda sólo en ese grupo sino que te acompaña y te das
cuenta de que a veces acabas enfadándote con otras personas sin razón. Es
evidente que esta situación no te hace mucho bien y que lo ideal sería buscar una
solución.
En las entradas sobre el enfado (¿Enfadad@? Identifica el problema,
¿Enfadad@? Identifica el “móvil” y en ¿Enfadad@? Háblalo) vimos algunos
truquillos para enfrentar estas situaciones. Pero muchas veces te ronda una
idea en la cabeza. ¿Porqué tengo que ser yo quién lo intente solucionar? Cuando
lo piensas, sientes que es injusto, que ha sido la otra persona la que se ha
pasado y que tendría que ser el o ella quién hiciese el esfuerzo por arreglar
las cosas.
Así que hoy te propongo que vayas un paso más allá y hagas
caso al Tío Ben:
Un gran poder
conlleva una gran responsabilidad. Tío Ben (Spiderman).
Es cierto, tú tienes razón y la otra persona se equivoca.
¿Pero sabes porqué eres tú quién va a solucionar el problema? Porque tú puedes.
Si estás leyendo esto es que eres una persona que tiene
ganas de tener suerte y dispuesta a aprender y a compartir truquillos para
conseguirlo. Y aunque pueda parecer una tontería, eso demuestra que tienes una
capacidad que otros no tienen o no usan: reflexionar. Como decía el Tío Ben, tú
tienes el poder y por tanto la responsabilidad.
Es posible que la persona con la que te has enfadado no sea
capaz de solucionarlo (quizás no tiene inteligencia emocional, es demasiado
orgulloso o no sabe ni como hablar de estos temas). Así que si quieres que es
posible que tu seas la única con capacidad para resolverlo. Por ello te
propongo que cambies el chip y te preguntes:
- ¿Esta situación te hace daño?
- ¿Hay una situación posible mejor que ésta?
- ¿Está en tu mano hacer algo?
Y llegado a este punto viene lo más difícil, o no... Sabes
que te encuentras mal y que tu tienes la capacidad para arreglarlo. Aunque no
sea cosa tuya, aunque eso signifique que la persona que lo ha hecho mal no
“pague por sus pecados”. Lo importante es que te quieres encontrar mejor y que
depende de ti. Así que llega el momento de dar el primer paso. Por pequeño que
sea, te acercará a la solución así que ánimo.
Hasta el más largo de
los caminos empieza con el primer paso. Anónimo
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