Ya hemos visto en varias entradas que esto de sufrir no nos
gusta mucho y que intentamos evitarlo de muchas maneras. Hablando con coachees
(clientes de coaching), uno de las herramientas que más usan para evitar sufrir
es ponerse una armadura, un escudo. Algo que les distancia de los demás y les
permite protegerse.
Aunque cada armadura es diferente, estas armaduras se basan
en no compartir tus opiniones e ideas con los demás para que los demás no puedan
aprovecharse. Además, encierra los sentimientos y emociones propias para que
nadie sepa como te sientes y no puedan hacerte daño. Y por último, se guarda
una distancia de seguridad con los demás, evitando implicarte emocionalmente
(coger afecto, cariño, etc…).
En teoría con esto consigues cerrarte y evitar que te hagan
daño. En teoría. Lo que pasa es que en la práctica no funciona tan bien. En la
práctica llevar armadura te pone a la defensiva y te crea mucha tensión. Y lo
peor de todo, esa armadura no te protege. Si alguien te hace daño te duele igual.
He llegado a la conclusión de que nos pasa como en Matrix la
película. El protagonista, Neo (Keanu Reeves), se conecta a un ordenador para
entrar en un mundo virtual, Matrix. Aunque este mundo es virtual, si se hace
daño o incluso muere en Matrix, su cuerpo se hace daño o muere en la vida real.
Eso pasa porque el cerebro interpreta que es real y ordena a su cuerpo que
muera.
De la misma manera, cuando alguien te insulta, el malestar
que te produce no viene de sus palabras sino de cómo lo interpretas y lo
sientes. Así pues, el problema no está en Matrix (en lo que hagan o digan los
demás) sino en como lo sientes tú. Por eso, por más que te pongas armadura, eso
no te puede proteger porque el daño viene de dentro.
Y si el daño proviene de tu mente (o corazón), ¿crees que la
armadura te sirve para algo?
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