Acostumbrarte a pensar en positivo hace que seas menos
negativo.
¡Toma ya! ¿Qué te parece la frase? Además de algo obvia
dirás que de dónde lo he sacado.
La verdad es que esto del buenrollismo, la psicología
positiva, la homeopatía y demás siempre genera dudas. ¿Lo que me cuentan es
verdad o no es más que un cantamañanas vendiendo crecepelo?
Por desgracia hay un poco de todo. Hay mucho chamán de todo
a cien y también hay técnicas que funcionan muy bien. ¿ Cómo distingues entre
el que te toma el pelo y el que aporta algo?
Pues es difícil. Los habemos que nos gusta mucho lo empírico
y lo validado estadísticamente. Lo que está demostrado con hechos, vamos. Pero
esos hechos no son más que observaciones basadas en nuestra percepción. Y si te
fías solo de lo que ves creerás que no existen los colores infrarrojos ni
ultravioletas. Así que, ¿pa qué engañarte? No tengo ni idea.
Y en este caos de ignorancia, mi compadre Fernando me sirve
de referente compartiendo sus conocimientos. Él es científico de los que pincha
ratas en el laboratorio. Una eminencia en arreglar cerebros a base de
calambrazos. Nunca le he visto hacerlo pero siempre me lo imagino con una bata
blanca, gafas redondas, pelo de punta y un par pinzas eléctricas enganchadas a
una batería de coche viejo.
Volviendo al tema de pensar positivo (que hoy estoy más
disperso que el apellido Pérez). Mi compadre me pasó un artículo muy interesante
con la explicación científica de porque pensar positivo hace que seas menos
negativo. Ahí va mi adaptación:
Pon que sales de casa y hay un metro de nieve. Coges tu pala
y empiezas a abrirte camino hacia la farmacia, por ejemplo. Te cuesta un rato pero
al final consigues tus aspirinas. Por la tarde tienes que ir a por leche y al
salir te encuentras con dos opciones: coges la pala y abres camino hacia el
super o aprovechas el camino y la compras en la farmacia. ¿Qué haces? Pues
aprovechas el camino. Resultado, consigues la leche aunque es más cara y tiene
que ser especial. De paso el camino se va ensanchando de tanto usarlo.
Pues el cerebro hace algo así. Cuando tiene que pensar algo
nuevo, crea una conexión entre las neuronas, coge su pala y abre camino. Las
siguientes veces que tenga que pensar, aprovechará el camino y lo reforzará.
Eso hace que tengamos tendencia a pensar de la misma manera ante algo similar y
lleguemos a conclusiones que no son siempre las mejores.
Durante toda la evolución, los seres humanos hemos aprendido
a pensar mal y preocuparnos para que no nos coma un dientes-de-sable. De esta
manera, el cerebro ha creado su camino en la nieve muy ancho y muy cómodo. Eso
nos ha servido para llegar a nuestros días. Sin embargo, hoy en día los tigres
están en el zoo y convivimos con personas con las que funciona mucho mejor el
buen rollo. Así que ahora toca coger la pala y abrir un nuevo camino pa
conseguir la leche más barata.
¿Cómo lo puedes hacer? El artículo plantea varios
truquillos. El que más me gustó es muy sencillo:
Antes de dormir piensa en tres cosas concretas y buenas que
te hayan pasado en el día.
Al principio
costará, pero si sigues al final construirás un buen camino al supermercado dónde
encontrarás de todo. ¡Hasta un regalo para mi compadre al que aprovecho para
felicitar y dedicar la entrada! (Fer, si me he equivocado de mucho, ¡no dudes
en comentar!)
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