miércoles, 1 de mayo de 2013

Diálogo emocional


¿Hablas de hechos o emociones?

Muchas veces cuando discutes con otra persona te lías a hablar de los “hechos”. Es que tú has hecho esto que está MAL. Por supuesto, la otra persona dirá que está BIEN. Y como cada uno tiene su punto de vista, será muy difícil llegar a una conclusión común.

Por ejemplo, tu madre te dice que es muy importante desayunar todos los días y tú pasas tres pueblos porque prefieres dormir 5 minutos más. Por más que discutáis, tu madre seguirá diciendo que desayunar te ayuda a estar más despejado (lo cual es completamente cierto) y tu seguirás diciendo que nadie se ha muerto por no desayunar ( lo que también es verdad salvo que tampoco coma ni cene, pero eso ya es otra cosa). Podríais hacer una convención mundial sobre el desayuno ¿pero sabes qué? Da igual a qué conclusión lleguen los científicos de todo el mundo porque la discusión no va de eso. La discusión no va del hecho en sí. La discusión no va de desayunar o no.

La discusión va de la importancia que tiene el tema para cada uno y los sentimientos que genera. La discusión va de que para ella es importante seguir siendo útil como madre y ayudarte a mejorar mientras que para ti lo importante es ser independiente y poder tomar tus propias decisiones. La discusión también va de sentimientos. De cómo tu madre siente que ya no eres un punto de referencia para ella porque no le haces ni puñetero caso y de cómo tu sientes que tu madre no ve que has madurado y menosprecia tu capacidad para salir adelante.

Más allá del ejemplo en concreto, en estas discusiones te centras en los hechos como si fueran una ley. Intentando tener la razón. Buscando expertos en cada lado para que te la den. Pero da igual cuanto rato hables, la otra persona siempre tendrá argumentos para no darte la razón.

Así que esta semana te propongo una vía alternativa de discutir con alguien. Hoy te propongo: el diálogo emocional.

El diálogo emocional consiste en dejar el hecho a un lado y hablar de cómo te sientes y la importancia que tiene para ti. Cambiar el esto es así por esto hace que me sienta así.  Cambiar el tienes que ser más puntual por el hecho de que llegues tarde me hace sentir bastante incómodo.


Como ves, la primera consecuencia es que se acaba la discusión. Si dices tienes que llegar a la hora, tu amigo te contestará que no es médico y que no se va a morir nadie por llegar tarde. Y tendrá razón. Sin embargo, si tu le dices que esperar te sienta mal, es indiscutible porque no hablas del hecho sino de tus sentimientos y tus sentimientos son indiscutibles.

Además, si empiezas a hablar de tus sentimientos empezarás a preguntarte cosas  como ¿cuáles son realmente mis sentimientos? ¿me preocupa la impuntualidad o perder mi tiempo? ¿mi enfado es proporcional al agravio?

Cuando acabes de preguntarte como te sientes tú, te saldrá una duda ¿y el otro como se siente? ¿puede que esta discusión también le siente mal?

Por otro lado, al hablar de tus sentimientos, la otra persona también se empezará a hacer las mismas preguntas.

Como ves, el diálogo emocional se olvida por completo del tema de desayunar o ser puntual y te permite conocer tus sentimientos y los de la otra persona. Y como los sentimientos no están bien ni mal, se acabarán las acusaciones y empezarán las soluciones.

Pero aún queda el punto más importante, ¿qué hacemos con el tema? Al subjetivar el asunto, ya no se trata de si está bien o mal sino de lo que tú quieres para sentirte mejor. Entonces te darás cuenta de que cuando antes decías tienes que llegar puntual porque es lo correcto realmente querías decir por favor, ¿podrías llegar puntual ya que esperar hace que me sienta mal?.

Y eso lleva al último y gran punto del diálogo emocional. Las discusiones sobre el bien y el mal se convierten en peticiones. Tú le pides a otra persona algo que es importante para ti. Así que te invito que te preguntes ¿es realmente importante para mi? ¿es importante para el otro? Y por supuesto no te olvides de una cosa, cuando pides algo a otra persona, tiene el derecho a decirte que no. Pero eso ya será para otra entrada.

¡Prueba el diálogo emocional y me cuentas!

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