Esta semana comparto contigo una idea un tanto asquerosa que
me parece que no podré escribir en el periódico, así que aprovecha la
exclusiva. La idea me la dio mi amigo Eduardo, un grande en todos los sentidos,
que siempre que le veo me deja una ginquestion así que aprovecho para dedicarle
la entrada.
En un momento filosófico del fin de semana me explicó su
teoría de la caca fría. Sí, caca, por decirlo finamente. Según él, la caca fría
se parece mucho al chocolate (textura, color…). Así que, para evitar
confusiones, recomienda que cuando defeques en una esquina y aún esté caliente y huela, en ese
momento en que la acabas de echar y es inconfundible, aproveches que para
alejarte lo más rápido posible del pastelón. Porque si estás cerca cuando se
enfríe, corres el riesgo de olvidarte de lo que es y pegarle un bocao. No te
preocupes, no es que mi amigo le de a la coprofagía, esto es sólo una metáfora
que el comparaba con las exparejas. Cuando lo dejas con tu pareja, te vas de un
trabajo o te deshaces de algo que te hacía daño, es el momento de aprovechar
que la cosa está caliente, que te acuerdas de todo lo malo, para alejarte de
ello. Porque si no pones suficiente distancia, cuando la cosa se enfríe te
olvidarás del daño que te hacía y corres el riesgo de volver a pegarle un bocao
y llenarte la boca de esa caca de la que ya te habías librado.
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