Cuando alguien viene a contarte un problema lo primero que
haces es darle tu opinión y muchos consejos que crees que le van a ayudar a
solucionarlo. Tu proceso mental es:
Mi colega se siente mal --> La causa de su malestar es un problema --> Voy a darle soluciones.
Realmente ese pensamiento es muy lógico y se basa en tres
principios:
1) La única forma de que se sienta bien es solucionar el
problema.
2) Yo conozco la solución al problema.
3) Puedo solucionar el problema sin necesidad de que primero
se sienta bien.
Como ya te habrás dado cuenta, estos principios no siempre
son ciertos, así que antes de meterte en el berenjenal te propongo que tengas
en cuenta estos otros principios, los principios de conducción:
El principio de relatividad:
La velocidad del coche de tu amigo es relativa a la del tuyo
igual que la importancia de un problema es relativa a la persona.
Si tu estás parado será muy difícil que tu amigo te oiga
desde su coche a 180km/h. De la misma manera, un problema es importante cuando
IMPORTA (válgame la redundancia). Eso quiere decir que no hay problema grande
ni pequeño en si mismo, sino que los problemas dependen de cómo le sienten a
cada uno.
Por eso, si quieres ayudar a tu amigo tendrás que ponerte al
lado, a su velocidad, para que te oiga. Si el problema le importa mucho, deberá
importarte a ti. Aunque pienses que es una tontería, te invito a que veas lo
que le preocupa a tu amigo y que le des la importancia en función de cómo se
siente, no del problema en si.
El principio del cliente de taxi:
Para hablar con un taxista, súbete a un taxi.
Por eso mismo, si quieres ayudar a tu amigo no vale con
gritarle desde otro coche, tienes que subirte al suyo. Para entrar en el coche primero tendrás
que haberte puesto a su altura (Principio de relatividad) y luego asegurarle
que tenéis el mismo objetivo.
Y aquí es dónde está lo complicado: Por muy claro que veas
el camino, el objetivo lo tiene que elegir él. Como buen taxista, seguramente
sabe de todo y quizás hasta tenga razón, así que si quieres ayudarle escúchale
y es posible que te pregunte por tu opinión.
El principio del frenazo:
Si un coche va a 180 km/h y pones marcha atrás para frenarlo
lo más probable es que rompas el motor y que el coche empiece a dar vueltas de
campana. Así que no solo no frenarás sino que además perderás el control.
Pues con las emociones pasa lo mismo. Cuando alguien te
cuenta su problema es muy probable que esté en un momento de emoción
intensa. Seguramente lo verá todo
negro sin solución y solo pensará alternativas radicales. Como el coche a 180
km/h dirección al barranco. Al ver
a tu amigo en un pozo tan profundo, lo más normal es que metas la marcha atrás
con mil y una soluciones y pensamientos optimistas para ayudarlo pero acabéis
discutiendo en vueltas de campana.
El principio de la velocidad punta:
El coche es un Ford Fiesta del 89 con un motor de bicicleta
que solo pilla los 180 km/h en bajada, apagando la radio y con el huracán condor soplando por
detrás. Así que en cuanto acabe la
bajada o amaine el huracán, el coche volverá a sus 113km/h.
Las emociones intensas son cortas. Es posible que tu amigo
se encuentre muy mal o se ponga muy mal al contártelo, pero en cualquier caso,
ese momento de fin del mundo no es algo eterno. Puede que dure una hora, un día
o una semana. Pero no es más que su velocidad punta.
Y esa velocidad seguramente se deba al huracán de emociones
que no ha podido compartir. Así que escúchale y verás como el viento deja de
soplar tan fuerte. No metas mano al volante ni intentes frenar porque ya has
visto que os matareis, espera a que aminore un poco.
El principio del copiloto:
Solo se pueden cantar las curvas desde el asiento del
copiloto.
Te has puesto a su misma velocidad, has entrado en el coche
y has hablado con el esperando a que reduzca. Ya conduce más tranquilo y es posible
que ya haya encontrado el camino.
Además, después de tanto rato hablando seguramente te habrá
preguntado tu opinión y habrá visto si sabes del tema o no. Si conoces la
carretera mejor que él. Y si realmente la conoces, llegará el punto en que te
invite a sentarte delante, en el asiento del copiloto, cantando las curvas.
Entonces, solo entonces, podrás darle consejos útiles. Eso
si, no te olvides de quién conduce.
Si te conviertes en copiloto, venidme a recoger que estoy
cojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario