Mis primos de
Valencia, a los que aprovecho a dedicar la entrada, siempre me hacen
reflexionar. El otro día hablando con
Rafa sobre lo complicadas que son algunas situaciones en la vida me dijo una
frase que aún estoy saboreando: el sufrimiento es un juego de atención.
Si nos ponemos
literales, eso del dolor no es más que un sistema de alerta, una alarma que
enciende el cuerpo para decirte: chaval, hay algo que no va bien. En principio
parece un sistema bastante útil para que pongas remedio a algo que tu cuerpo no
puede hacer por sí mismo. Te duele el tobillo y por lo pronto lo dejas de
apoyar, así no te lo rompes más. Además, tarde o temprano te vas a un médico a
que te haga algo para que no duela, lo que suele ser curarlo. El problema es
que aunque te pongan una escayola y tú ya hayas hecho todo lo que está en tu
mano, o en este caso tu pie, para curarte, el cuerpo te sigue avisando y el
dolor no se va. Es como si la alarma de tu coche se tirase pitando 3 días después
del robo. Esto, aparte de ser algo poco útil, molesta bastante, así que le
pedimos al señor o señora médico que nos recete algo para que no duela o al mecánico
que desconecte el pitido.
El problema viene
cuando el sistema de alarma no tiene que ver con lo físico o lo material sino
con lo emocional. Pongamos que te deja tu pareja. Estarás de acuerdo en que eso
duele bastante, a veces hasta llega a ser un dolor físico. Es tu mente gritando
a todo pulmón que no quiere que te dejen. Lo normal es pasar por las fases del
duelo desde la negación (esto no está pasando) hasta la aceptación (ah, sí,
salíamos juntos), pero esto ya lo dejo para otra entrada. El caso es que una
vez has evaluado la situación, has visto que se ha acabado y te has escayolado el corazón para que se
recupere, ya no queda más que esperar. Pero mientras esperas el dolor puede ser
bastante insoportable y aquí es donde entra la frase de mi primo. Lo siento, no
hay analgésicos para este tipo de dolor, el alcohol es una opción a corto plazo
que suele acabar con llanto a las 6 de la mañana y resaca al día siguiente. Así
que aquí vamos a tener que jugar a otra cosa, te propongo que juegues al juego
de la atención. Tu cabeza, que no se ha enterado de que tu pareja no te quiere,
se empeña en recordarte todo el rato lo genial que era para que intentes
volver. Un poco como una madre encariñada con su yerno. Así que el truco que te
propongo esta semana es que desvíes la atención. ¿Cómo? Dándole otra cosa en
que pensar. Un libro, un videojuego, deporte, conversaciones con amigos, etc…
cualquier acción que requiera que participes activamente pensando. De esta
manera tu cerebro estará ocupado y se olvidará de dolerte. Lo bueno es que esto
vale para cualquier dolor del corazón: soledad, decepción, pena… Ojo, esto no
te curará, no es más que un analgésico emocional, pero facilita bastante la
recuperación. Pruébalo y me cuentas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario