miércoles, 4 de febrero de 2015

El gato de Schrödinger

El gato de Shrödinger
Antes de empezar quiero aclarar que ningún animal ha sido maltratado en la redacción de esta entrada ni por mí ni por el señor Schrödinger. A este tipo un día se le ocurrió, seguramente en la ducha, un experimento con un gato. La idea era poner el gato en una caja con un mecanismo que liberaba un veneno letal. Este mecanismo sólo funcionaba un 50% de las veces así que, pasado un tiempo, el gato tenía un 50% de probabilidades de estar vivo y un 50% de estar muerto. Antes de que te asustes, no te preocupes, este era un experimento teórico, nadie puso a ningún gato dentro de una caja. Pero siguiendo con la idea, Schrödinger llegó a la conclusión de que, hasta abrir la caja, no podrías saber si el gato estaba vivo o muerto, por tanto el gato estaba vivo y muerto a la vez. De ahí viene la famosa expresión “la paradoja de Schrödinger” que tantas veces habrás oído en los bares.


¿Y esto que tiene que ver contigo? Pues resulta que la vida está llena de estas paradojas. Haces una entrevista de trabajo y no sabes si te cogerán o no te cogerán; conoces a alguien y no sabes si le gustas o no, te haces un análisis y no sabes si saldrá bien o mal… ¿te suenan? Seguro que si te pones a pensar, encontrarás más de una situación en la que te toca esperar a que te den una buena noticia o una mala. Ya de serie, estas situaciones generan mucha tensión, de hecho la incertidumbre es uno de los factores que generan más estrés. Como ya he comentado muchas veces, nuestro coco está pensado para sobrevivir así que si no sabe qué pasará, no se puede preparar y se pone de los nervios. Ante eso, lo que hace tu cerebro es intentar anticiparse adivinando que pasará. Si eres optimista, te pondrás en el mejor de los casos, todo saldrá genial, el gato está vivo así que voy a comprarle comida. Esto te dará energía y buen rollo, que ya está bien, pero corres el riesgo de que el gato esté muerto, te lleves una decepción y te tengas que comer tú los 10kg de pienso o, en un caso más real, el alquiler del piso al lado del trabajo que no te han dado. La otra opción es ser pesimista, pegarte un hartón de llorar por el gato y comprar tierra para enterrarlo. Esta opción aún me gusta menos ya que pasas un mal rato que te podrías ahorrar si el gato al final está vivo. Por no hablar de lo que harás con el saco de tierra si el gato sale maullando de la caja. Así que esta semana te propongo una tercera vía, espérate a que se abra la caja. Si la puedes abrir, cosa que a veces no es buena idea y otras veces simplemente no tienes ocasión; ábrela. I si no la puedes abrir recuerda que el sufrimiento es un juego de atención.

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