Final del mundial. Uno abajo. Minuto 91 del partido. Penalty
a favor. Colocas el balón. Cuentas siete pasos para atrás. Miras la portería.
Miras al cielo. Miras el balón. Suena el silbato. Corres con la vista fija en
la pelota y… ¡Fuera! Mandas la pelota a la tercera gradería. Si fuera baseball
habrías conseguido un home run. Todo
el mundo se echa las manos a la cabeza mientras la afición contraria estalla de
alegría. Tus compañeros no quieren ni mirarte. Y entonces se acerca tu
entrenador y te dice: No te preocupes, el penalty lo falla quien lo tira.
Menuda chorrada. Está claro que el que no lo tira no lo
puede fallar. Eso es cierto, pero lo que nos cuesta más aceptar es que el que
lo tira también lo puede fallar. Meter un gol desde el punto de penalty parece
la cosa más fácil del mundo. Tienes una portería del tamaño del arco iris y
solo un tío en medio. Lo podría meter hasta mi ahijado de 8 años. No te digo yo
que no. Pero en el Barça los tira Messi y en el Madrid los tira CR7. Los tira
el mejor. Por algo será. Cuando el entrenador elige al que va a chutar tiene
algo en la cabeza, los penalties también se fallan.
De la misma manera, cuando compras acciones, bonos o
cualquier otro activo financiero, la rentabilidad va directamente liga al
riesgo. ¿Eso qué quiere decir? Pues que cuanto más riesgo, más dinero ganas. Si
lo ganas, claro. Tenía un amigo que se dedicaba a esto y me contaba las
peloteras que se pillaba con sus clientes cuando perdían dinero. El trataba de
explicarles que cuando juegas a bolsa, también puedes perder. Sino todo el
mundo jugaría. Pero no había forma de que lo entendieran.
Y tú dirás, ¿para que me cuenta todo esto si no juego a
futbol ni en la bolsa? Pues porque en mi día a día me pasa lo mismo y estoy
seguro de que a ti también. Muchas veces tomas decisiones y haces cosas
pensando en lo que vas a ganar. Pero no tienes en cuenta que también está la
posibilidad de perder. Una entrevista de trabajo te puede salir mal y puedes
meter la pata entrándole al amor de tu vida. Parece obvio. Pero cuando te pasa
te pilla por sorpresa. Te vuelves para el banquillo con las manos en la cabeza
y diciendo: ¡qué tonto que soy! ¿cómo he podido fallar eso? Te sientes bastante
mal y tu cerebro, que como ya hemos dicho está pensado para sobrevivir, te
dice: mejor no lo vuelvas a intentar y así nos ahorramos la vergüenza.
Y en este momento es cuando tiene que aparecer tu entrenador
interior y decírtelo: el penalty sólo lo falla el que lo tira. La única forma
de conseguir ese trabajo era ir a la entrevista y la única forma de conquistar
a esa persona era entrándole. La única forma de marcar el penalty es chutar. Y
si, cuando chutas puedes fallar.
De hecho estoy seguro de que aún te quedan muchos tiros que fallar. Pero si
quieres marcar gol, si quieres conseguir lo que quieras en la vida, sólo hay un
camino: planta el balón y coge carrerilla. Mira a la portería de la vida y dile
como diría Robe: no creas que estoy huyendo si me ves retroceder, espera, estoy
cogiendo carrera.
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